Buby Campo es un ser, que en pleno siglo XXI, sigue cazando jabalíes y pumas con un “express” .577 de pólvora negra. En esta época, en la que valiéndose de la ingeniería genética, los esteroides anabólicos, y más frecuentemente del incesto, “outfi tters” sin escrúpulos comercializan desde ciervos doble pechuga, hasta cabras de diecisiete cuernos, pasando por chanchos domésticos con colmillos de 35 centímetros, aún quedan cazadores auténticos, que se niegan a ser cómplices de esta decadencia.
En palabras de otro gran cazador argentino (Abel Mario Santa Cruz), Buby Campo es un ser, que en pleno siglo XXI, sigue cazando jabalíes y pumas con un “express” .577 de pólvora negra. En esta época, en la que valiéndose de la ingeniería genética, los esteroides anabólicos, y más frecuentemente del incesto, “outfi tters” sin escrúpulos comercializan desde ciervos doble pechuga, hasta cabras de diecisiete cuernos, pasando por chanchos domésticos con colmillos de 35 centímetros, aún quedan cazadores auténticos, que se niegan a ser cómplices de esta decadencia. Buby es uno de ellos, uno de los últimos caballeros andantes. No mide los trofeos con una cinta métrica, sino con los latidos del corazón. Como autor, tiene otro mérito: Pese a ser hombre de ciencia y un estudioso en lo que se refi ere a caza, armas y calibres, no cae en la trampa de textos demasiado técnicos. Prioriza la amenidad y prefi ere supeditar lo medible a lo intangible, logrando un preciso equilibrio entre intelecto y espíritu, que convierte cada una de sus publicaciones en algo así como una fi esta para el lector