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De este libro dice su autor que en él, y como le iba surgiendo sobre la marcha, ha recogido palabras y conceptos diversos, hasta resultar un compendio abreviado de materias aparentemente inconexas, pero todas revoloteando en torno a la caza, el tiro o las amas, trilogía con lazos claros en la formación e información lingüística de un colectivo vario y abundante, con asentamiento primordial en pueblos rurales, que son los nidos donde se incuba naturalmente el lenguaje; y los campos en que la lengua se cría robusta y crece saludable para su longevidad frente al desafuero urbano, los ataques gubernamentales o mediáticos y el inmisericorde bombardeo de enemigos extranjeros, la más grave de las amenazas hoy del idioma castellano.
De este libro dice su autor que en él, y como le iba surgiendo sobre la marcha, ha recogido palabras y conceptos diversos, hasta resultar un compendio abreviado de materias aparentemente inconexas, pero todas revoloteando en torno a la caza, el tiro o las amas, trilogía con lazos claros en la formación e información lingüística de un colectivo vario y abundante, con asentamiento primordial en pueblos rurales, que son los nidos donde se incuba naturalmente el lenguaje; y los campos en que la lengua se cría robusta y crece saludable para su longevidad frente al desafuero urbano, los ataques gubernamentales o mediáticos y el inmisericorde bombardeo de enemigos extranjeros, la más grave de las amenazas hoy del idioma castellano.
Al extenso alfabeto de términos que el libro contiene se suman los artículos sobre lenguaje y lengua publicados por su autor en distintos medios y que guardan relación con la expresión verbal o escrita en los ámbitos cinegético y campestre, recogiéndose en ellos tantos o más vocablos y locuciones que en la propia ordenación alfabética que da título al volumen recién aparecido, donde cabe descubrir una especie de simbiosis de las dos destacadas notas que definen al cazador y escritor Eduardo Coca Vita: sencillez, claridad y pureza de la caza junto a sencillez, claridad y pureza de la lengua.
Del excelente prólogo de Pablo Ortega cabe traer aquí una reflexión de su final, donde el prologuista comenta cómo las profundas connotaciones culturales del tema, la rigurosidad de la labor realizada para «limpiar, fijar y dar esplendor» a preciosas palabras de nuestra lengua y las incontables horas de dedicación que hay detrás de esta obra, la hacen merecedora de una gran difusión en los desnortados tiempos que vivimos, donde lo venial y efímero obtiene prelación sobre lo grave y permanente; y aunque la repercusión mediática de este Léxico básico de caza, tiro y armas despreocupen del todo a Eduardo Coca, que, en coherencia con su más profunda deontología vital, lo ha escrito porque, con los años, se había ido convirtiendo para él en una ineludible obligación moral, objetivo que se ve cumplido y bien cumplido.
Por lo demás, este alfabeto no se limita a definir o describir voces y palabras, ni siquiera conceptos, sino que añade comentarios, bibliografía, citas oportunas, algunos refranes a la medida… y valoraciones morales del autor en aquellos puntos que él considera necesario o conveniente enjuiciar para dejar remachada su postura sobre la caza ética, libre y esforzada, cuestión descollante y siempre clara en su extensa creación literaria y periodística.
